lunes, 26 de julio de 2010

EVA MARIA IBARGUREN


No es la primera vez, que la figura de Evita me hace reflexionar. Otro 26 de julio, en un momento que creo muy especial de nuestro país, me dejo pensando hoy en algunos temas acerca de su vida.
Pensaba, quizás por esa costumbre que tenemos algunos médicos que creemos que las enfermedades estan ligadas a cosas que nos pasan en otros planos, pensaba digo, en que habrá sido lo que hizo que Eva Maria, esa mujer que una vez fue la niña, Eva Maria, contrajera tan joven una enfermedad tan seria.
Y recordaba las palabras de una entrañable amiga mia, que sobrevivió exitosamente a un cancer de mama.
Ella me dijo una noche, mientras tomabamos algo en Corrientes y 9 de Julio, que de su experiencia en la sala de espera de radioterapia, habia recogido una certeza, y era que todas las personas, que contraen un cancer, sin excepción,han sufrido poco tiempo antes, una gran decepción amorosa.
Sea esta de pareja o no, simplemente del amor, puede ser de hijos a padres,incluso entre amistades. Pero que esa decepción siempre tiene la caracterísitica de ser muy, muy grande para la persona en cuestión.
Y la experiencia me ha mostrado que es así en muchos casos que vi.
También pensé, que en aquellos años, no existía como ahora el concepto tan fuerte de la medicina preventiva, de los chequeos anuales, incluso del "obligado" papanicolau. Recorde cuanto se sabe hoy acerca del virus del HPV como productor de cancer de útero.
En cualquier caso, y quizás se hayan dado cita en Eva muchos de esos factores, aquella mujer que venia de una historia de cierta marginalidad social, y de cierta estigmatización por las razones por todos conocidas, es evidente que sentía una enorme necesidad de reparación.
Y pensé, en que ella no necesitaba haber hecho lo que hizo, que quizás como reparación, podía haberle alcanzado con disfrutar de lo que la vida le ofrecía.
Ser la primera dama, pudo haber disfrutado de ese lugar, de los privilegios de ese lugar, una vida acomodada, tranquila,dedicada a ser bien recibida en todos los lugares, dedicada a disfrutar de una posición económica tranquila, de viajar y conocer mundo, en fin, de sentir que al fin tenia las cosas que no había tenido. Pudo disfrutar de todo eso y tener un perfil bajo,zafar, como habitualmente decimos los argentinos, "salvarse".
Salvarse ella.
Pero no.
A ella no le alcanzaba hacer esa reparación. Ella necesitaba reparar a todos los que pudiera.
En el transito que la llevo desde Los Toldos, a ser la esposa del presidente de la Nación, ella supo que habia muchas cosas para hacer, mucha gente a quien ayudar, muchas dignidades que rescatar.
Y dedicó todas sus energías a ello, no solo las energás usó para eso, sino que puso ahí una pasión, que como toda pasión, no tenía medida.
Fue desmedida, apasionada, fuerte, enorme,revolucionaria. Y peleaba.
En vez de elegir el camino fácil, eligió el difícil. El camino del compromiso, el de trabajar para los otros, el de la solidaridad.
He tratado de imaginar sus sentimientos, he tratado de interpretar sus odios viscerales asi como su enorme amor y es por todo aquello que pudo tener y eligió desechar que la admiro tanto.
Admiro a su parte humana, a la capacidad de lucha, al trabajo que era capaz de desplegar, sin descanso casi, sin claudicaciones jamás. Es que era joven, estaba plena, tenía toda la fuerza y todas las ganas.
Ella es la clara muestra y ejemplo de la lucha, de la militancia.
No tuvo que ser médica para ingeniarselas para monitorear la salud de una niñez desprotegida, no tuvo que ser profesional de ninguna rama para entender las necesidades que el pueblo tenia y encontrar los modos de atenderlas.
Tenia lo que habia que tener.
Compromiso y decisión.
No es fácil nunca expresar cuánto y cómo, la admiro y la quiero.
Nunca dejo de verla como un ser humano, una mujer, como la que fue al nacer, como a Eva Maria Ibarguren, esa mujer.

L.A.C

domingo, 25 de julio de 2010

Maria Eva se fue en invierno. Evita no.



Maria Eva nació en los toldos...


Evita en nuestro corazón...

Discurso de Evita en el Día del Trabajador - Plaza de Mayo (1952)
1º de Mayo de 1952 - Discurso de Evita


Mis queridos descamisados:

Otra vez estamos aquí reunidos los trabajadores y las mujeres del pueblo; otra vez estamos los descamisados en esta plaza histórica del 17 de octubre de 1945 para dar la respuesta al líder del pueblo, que esta mañana, al concluir su mensaje dijo: "Quienes quieran oír, que oigan, quienes quieran seguir, que sigan". Aquí está la respuesta mi general. Es el pueblo trabajador, es el pueblo humilde de la patria, que aquí y en todo el país está de pie y lo seguirá a Perón, el líder del pueblo, el líder de la humanidad, porque ha levantado la bandera de redención y de justicia de las masas trabajadoras; lo seguirá contra la opresión de los traidores de adentro y de afuera, que en la oscuridad de la noche quieren dejar el veneno de sus víboras en el alma y en el cuerpo de Perón, que es el alma y el cuerpo de la patria. Pero no lo conseguirán como no han conseguido jamás la envidia de los sapos acallar el canto de los ruiseñores, ni las víboras detener el vuelo de los cóndores. No lo conseguirán, porque aquí estamos los hombres y las mujeres del pueblo, mi general, para custodiar vuestros sueños y para vigilar vuestra vida, porque es la vida de la patria, porque es la vida de las futuras generaciones, que no nos perdonarían jamás que no hubiéramos cuidado a un hombre de los quilates del general Perón, que acunó los sueños de todos los argentinos, en especial del pueblo trabajador.

Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista. Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras; entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias; porque nosotros vamos a cuidar de Perón más que si fuera nuestra vida, porque nosotros cuidamos una causa que es la causa de la patria, es la causa del pueblo, es la causa de los ideales que hemos tenido en nuestros corazones durante tantos años. Hoy, gracias a Perón, estamos de pie virilmente. Los hombres se sienten más hombres, las mujeres nos sentimos más dignas, porque dentro de la debilidad de algunos y de la fortaleza de otros está el espíritu y el corazón de los argentinos para servir de escudo en defensa de la vida de Perón.

Yo, después de un largo tiempo que no tomo contacto con el pueblo como hoy, quiero decir estas cosas a mis descamisados, a los humildes que llevo tan dentro de mi corazón que en las horas felices, en las horas de dolor y en las horas inciertas siempre levanté la vista a ellos, porque ellos son puros y por ser puros ven con los ojos del alma y saben apreciar las cosas extraordinarias como el general Perón. Yo quiero hablar hoy, a pesar de que el general me pide que sea breve, porque quiero que mi pueblo sepa que estamos dispuestos a morir por Perón y que sepan los traidores que ya no vendremos aquí a decirle "presente" a Perón, como el 28 de septiembre, sino que iremos a hacer justicia por nuestras propias manos.

Hay mucho dolor que mitigar; hay que restañar muchas heridas, porque todavía hay muchos enfermos y muchos que sufren. Lo necesitamos, mi general, como el aire, como el sol, como la vida misma. Lo necesitamos por nuestros hijos y por el país en estos momentos inciertos de la humanidad en que los hombres se debaten entre dos imperialismos; el de derecha y el de izquierda, que nos llevan hacia la muerte y la destrucción. Y nosotros, un puñado de argentinos, luchamos junto con Perón por una humanidad feliz dentro de la justicia, dentro de la dignificación de ese pueblo, porque en eso reside la grandeza de Perón. No hay grandeza de la Patria a base del dolor del pueblo, sino a base de la felicidad del pueblo trabajador.

Compañeras, compañeros: Otra vez estoy en la lucha, otra vez estoy con ustedes, como ayer, como hoy y como mañana. Estoy con ustedes para ser un arco iris de amor entre el pueblo y Perón; estoy con ustedes para ser ese puente de amor y de felicidad que siempre he tratado de ser entre ustedes y el líder de los trabajadores.

Estoy otra vez con ustedes, como amiga y como hermana y he de trabajar noche y día por hacer felices a los descamisados, porque sé que cumplo así con la Patria y con Perón. He de estar noche y día trabajando por mitigar dolores y restañar heridas, porque sé que cumplo con esta legión de argentinos que está labrando una página brillante en la historia de la Patria. Y así como este 1º de mayo glorioso, mi general, quisiéramos venir muchos y muchos años y, dentro de muchos siglos, que vengan las futuras generaciones para decirle en el bronce de su vida o en la vida de su bronce, que estamos presentes, mi general, con usted.

Antes de terminar, compañeros, quiero darles un mensaje: que estén alertas. El enemigo acecha. No perdona jamás que un argentino, que un hombre de bien, el general Perón, esté trabajando por el bienestar de su pueblo y por la grandeza de la Patria. Los vendepatrias de dentro, que se venden por cuatro monedas, están también en acecho para dar el golpe en cualquier momento. Pero nosotros somos el pueblo y yo sé que estando el pueblo alerta somos invencibles porque somos la patria misma.

viernes, 16 de julio de 2010




http://bambupress.wordpress.com/2010/01/28/el-ultimo-viaje-de-carlos-arbelos/



EL ULTIMO VIAJE DE CARLOS ARBELOS




Roberto Bardini

Foto: Paco Sánchez

“En España, y especialmente en Andalucía –donde vivo– nunca se habla del ‘último’ o la ‘última’. Siempre es la penúltima copa, la penúltima despedida y así sucesivamente… porque el último es un viaje sin regreso”, me dijo Carlos Arbelos en septiembre de 2006.

El 27 de enero, en Sevilla, él partió en su último viaje, del que ya no retornará.

Nacido en 1944, originario del barrio de Belgrano, alumno del Colegio Nacional Roca y estudiante de Arquitectura de 1962 a 1964, Arbelos inició su militancia en el Movimiento Nacionalista Tacuara. Más tarde, se integró al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara, liderado por Joe Baxter y José Luis Nell, y en agosto de 1963 fue uno de los comandos que participó en el célebre asalto a Policlínico Bancario, considerada la primera acción de guerrilla urbana en Argentina.

Pasó un primer destierro en Uruguay y conoció las celdas de Villa Devoto, Caseros, Rawson y el buque-cárcel Granaderos. A comienzos de la década del 70, se sumó con otros ex militantes del MNRT a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y al Peronismo de Base (PB), vivió la clandestinidad junto con Envar El Kadri y, finalmente, amenazado por la Triple A, en 1974 se exilió en España.

En Madrid administró un restaurant llamado Cafetín de Buenos Aires, vendió alfombras árabes y tapices persas, redactó artículos que firmaban otros.

En 1977 fue detenido junto con Alfredo Roca y Horacio Rossi –viejos camaradas de Tacuara– acusado de participar en París del secuestro de Luchino Revelli-Beaumont, director-gerente de la Fiat en Francia, por el que se pagó un rescate de dos millones de dólares. Sin juicio, estuvo preso en la cárcel de Carabanchel, con pedidos de captura de las policías de Francia, Italia y Suiza.

“Pasé más de la mitad de mi juventud detrás de las rejas”, recordaba.

Después de salir en libertad por falta de pruebas, en 1978 vivió un nuevo exilio en Costa Rica en compañía de Roca, con quien más tarde –de regreso en España– publicó cuatro libros: Argentina, peronismo y democracia (1980), Los muchachos peronistas (1981), Evita: No me llaméis fascista (1982) y Argentina: Proceso a la violencia (1983).

Vivió 30 años en Argentina y 36 en España, donde se transformó en uno de los más reconocidos fotógrafos y críticos del arte flamenco. Deja un libro inédito, El exilio de un muchacho peronista, del que publicamos el siguiente capítulo.
Por un puñado de dólares

“Buenos muchachos”

En el ambiente del exilio argentino en España no todos los compatriotas eran militantes políticos, dirigentes sindicales, artistas o periodistas comprometidos. También llegaron algunos a quienes se podría encuadrar en el “destierro económico”, por decirlo de alguna manera. No eran inversionistas, ni empresarios, ni comerciantes, ni empleados. Eran, simplemente, “buenos muchachos” que también tenían que ganarse la vida. Y lo hacían, como diría el mariscal Karl von Clausewitz, “por otros medios”. Conocí a algunos de ellos a través de Horacio Rossi, mi antiguo amigo.

Rossi, apodado cariñosamente “El Viejo”, era hijo de un obrero de la construcción que el 17 de octubre de 1945 –cuando él tenía nueve o diez años– lo había llevado de la mano a la Plaza de Mayo para ver al entonces coronel Juan Domingo Perón en el balcón de la Casa Rosada. Desde entonces era peronista.

“El Viejo” fue suboficial de la Marina y, cuando estaba destinado en la base naval de Punta Indio, cerca de Bahía Blanca, había tenido una participación decisiva contra los militares gorilas que el 16 de junio de 1955 intentaron derrocar a Perón. Una década después de la gesta popular de aquel 17 de octubre, Horacio militaba en la Resistencia Peronista y colocaba “caños”. En 1962 se vinculó al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) y al año siguiente participó del Operativo Rosaura, de expropiación al Policlínico Bancario. Con él compartimos militancia, cárcel y maltratos.

Nos veíamos con cierta frecuencia en Madrid. “El Viejo” estaba muy contento en España porque había descubierto que los familiares de Mary, su mujer, eran ricos hacendados de Galicia, por lo que heredó una buena suma de dinero. Él suponía que si invertía bien esas pesetas no iba a tener que trabajar durante el resto de su vida e iba a poder criar a sus hijos holgadamente; Mary estaba esperando el segundo. Esto, además de ser una garantía para él, era un seguro para mí, porque a cuenta de tanta hermandad, siempre disponía de alguien a quien mangar una peseta si me hacía falta, ya que “El Viejo” era muy generoso con lo mucho o poco que tuviese.

Fue precisamente en el departamento de Horacio Rossi en el barrio de Chamartín donde estuve en una fiesta con algunos de estos “buenos muchachos” de los que hablaba antes. “El Viejo” invitó a unos cuantos amigos al tercer cumpleaños de Horacito, su hijo. El niño había nacido a los cinco meses de gestación y durante las primeras semanas los médicos no sabían con certeza si moriría o quedaría con secuelas. Afortunadamente, no fue ni lo uno ni lo otro, y Horacio y Mary siempre festejaban su llegada al mundo con una gran fiesta. Así que en esa oportunidad tomé algunos tragos y charlé con Víctor “Cacho” Castillo, Vicente “El Tano” Giarratana, Luis Alberto “Tito” Ramos y Héctor Iriarte.

Víctor “Cacho” Castillo era el único que conocía de antes. Había sido jefe de una banda de asaltantes y compartimos durante muchos años el mismo pabellón en la cárcel de Villa Devoto. Él era bastante mayor que todos nosotros –presos muy jóvenes del MNRT y del peronismo– y tenía mucho prestigio dentro de la prisión. Detrás de las rejas, su palabra era ley. Aunque estaba considerado como uno de los líderes de “la pesada”, a fines de la década del sesenta había llegado a la conclusión de que robar con armas era un riesgo innecesario. En su nueva etapa, “Cacho” prefería disfrazarse de policía, detener camiones que transportaban contrabando y llevárselos. Muy educado, peronista de toda la vida y admirador del “Che” Guevara, lo considerábamos “el buen ladrón”. O, por lo menos, un “ladrón bueno”. Él, por su parte, respetaba a los presos políticos jóvenes como nosotros porque decía que arriesgábamos la vida sin pensar en el lucro personal.

Cuando “Cacho” Castillo llegó a España en 1977, tenía 54 años y lo acompañaban su esposa y su hijo de tres años. Antes de la fiesta de cumpleaños en casa de Horacio Rossi, nos habíamos encontrado por casualidad en alguna calle de Madrid. Me contó que estaba ganando mucho dinero con cierto “negocio” de tarjetas de crédito y cheques de viajero, pero trabajaba fuera de España porque “donde se come no se caga”. Comentó que había venido a Europa porque en Argentina la calle se había puesto muy dura: la policía de la dictadura militar, en vez de detener a los “buenos muchachos” y mandarlos a prisión, les exigía parte de sus ganancias; si no, los mataban. Para esa época, “Cacho” le tenía aún más alergia a las armas de fuego.

Yo le conté las razones de mi exilio y las dificultades económicas por las que estaba pasando. “Cacho” me ofreció dinero rápidamente. Cuando me negué a aceptarlo, él impuso su vieja autoridad del pabellón en Villa Devoto y me obligó casi a la fuerza a que le “guardase” un pequeño fajo de dólares. Un tipazo, realmente, respetuoso de códigos que ya no existen en estas épocas de polvo blanco, hierba verde, uniformes azules y gatillo fácil.

Luis Alberto “Tito” Ramos, otro de los recién llegados a España, era amigo íntimo de “Cacho” y trabajaban juntos en Europa. En la fiesta en casa de Rossi me enteré que era muy habilidoso con las llaves y las cerraduras. También me enteré, con sorpresa, que había tenido cierta militancia política en una Unidad Básica de la zona norte del Gran Buenos Aires, ligada al Peronismo de Base. Pienso que, en realidad, Ramos sólo aportaba algún dinero.

Vicente “El Tano” Giarratana, se llamaba en realidad Vincenzo y había nacido en Calabria, Italia, pero se crió en Argentina. Se decidió a vivir en España por las mismas razones que “Cacho” Castillo: bajo la dictadura militar ya no se podía trabajar tranquilo porque había que repartir el botín con los guardianes de la ley y el orden. “El Tano” era muy amigo de Rossi, por quien sentía auténtica veneración. Creo que en algún momento de sus vidas habían estado presos juntos y “El Viejo” lo protegió frente a alguna dificultad que tuvo con otros reclusos.

Héctor Iriarte llegó a España con Vicente Giarratana y por las mismas razones: era imposible trabajar tranquilo en Argentina. La policía pedía tajadas cada vez más grandes y a uno, que se arriesgaba, le quedaba poca ganancia. Iriarte y Giarratana eran los últimos recién llegados a este exilio económico sui generis y, a pedido de Rossi, fui un poco guía de los dos durante los primeros días que pasaron en Madrid.

Después de esa fiesta en casa de “El Viejo” pensé que nunca más en mi vida volvería a ver a estos “buenos muchachos”. Estaba equivocado.

Algún tiempo más tarde, recordé a la fuerza el final de El largo adiós, de Raymond Chandler: “Nunca volví a ver a ninguno de ellos… excepto a los policías. A éstos todavía no se ha inventado la forma de decirles adiós”.

En mi caso, además de los policías, volví a ver a Castillo, Ramos, Giarratana e Iriarte. Y no fue en una fiesta, precisamente.

Reencuentro en Madrid

Un día, a finales de 1976, Horacio Rossi me llamó por teléfono, y me citó en el bar El Comercial, en la glorieta de Bilbao, en Madrid.

– Te voy a dar una buena sorpresa, así que ni faltes ni te demores –me dijo.

Allí estuve y cuando llegó, lo hizo precedido por “El Turco” Jorge Caffatti, otro compañero de militancia en los viejos tiempos y hermano de celdas y castigos.

Del barrio de Caballito, hijo de un sastre de origen sirio y ex alumno del colegio Mariano Acosta, Jorge se había iniciado políticamente en Tacuara, como tantos adolescentes de fines de los cincuenta e inicios de los sesenta. “El Turco” –que tenía dotes de ideólogo y organizador– fue integrante del Comando General Belgrano y más tarde, junto con Amílcar Fidanza, dirigió el Comando 17 de Octubre, en el barrio de Flores.

Después, con Joe Baxter, José Luis Nell, Tommy Rivaric, Alfredo Ossorio, Alfredo Roca y unos cuantos compañeros más creamos el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), que tenía una orientación decididamente peronista y de vinculación con las luchas de la clase trabajadora.

En el MNRT, “El Turco” ocupó la jefatura sindical. En un artículo publicado en 1967 en el semanario Marcha, de Montevideo, el escritor uruguayo Eduardo Galeano lo describe así: “Jorge Caffatti reúne su comando en el local del Sindicato de Obreros del Tabaco y explica a sus muchachos: ‘No es casual que estemos aquí y no en otra parte. No se encuentra a los revolucionarios en las sacristías’”.

En julio de 1962, “El Turco” viajó a Huerta Grande, en Córdoba, para asistir al plenario nacional de las 62 Organizaciones, opuestas al dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor. Ese encuentro produjo un programa de diez puntos que proponía la nacionalización de los bancos y los sectores claves de la economía (siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficos), el control estatal sobre el comercio exterior, el desconocimiento de compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo, la expropiación de los grandes terratenientes y el control obrero sobre la producción industrial. En Huerta Grande, “El Turco” también tomo contacto con ex integrantes de Uturuncos, la primera guerrilla rural de Argentina, que a fines de 1959 y comienzos de 1960, había intentado establecerse en Tucumán.

En esos años agitados, lo nuestro era teoría y acción. Con Jorge Caffatti y otros compañeros desarmamos a policías y centinelas del Ejército y de la Fuerza Aérea, vaciamos armerías, nos apropiamos de camiones cargados de municiones. Eran armas para el pueblo, para hacer la revolución, para traer a Perón de regreso a la Argentina. Entonces ya éramos hombres hechos y derechos: teníamos dieciocho, diecinueve o veinte años.

En agosto de 1963, Jorge fue uno de los participantes del asalto al Policlínico Bancario. Él, Alfredo Roca y yo alquilamos después de ese operativo guerrillero una oficina en la avenida Belgrano al 200 e instalamos una pequeña imprenta. Aunque hacíamos trabajos comerciales como pantalla, en realidad imprimíamos volantes y publicaciones del MNR Tacuara y del Movimiento Revolucionario Peronista (MRP). Ya entonces comenzamos a despegarnos de la denominación Tacuara y a firmar algunos volantes como Juventud Revolucionaria Peronista.

Después de ser detenidos en 1964, “El Turco” Caffatti y “El Viejo” Rossi habían recibido la pena más alta: dieciocho años de condena. Jorge se le escapó dos veces a la policía. La primera vez, pidió permiso para orinar y se fugó de los tribunales de Rosario. La segunda, luego de ser capturado nuevamente, lo rescatamos del tren en que lo llevaban detenido a Buenos Aires.

A comienzos de los años setenta, la mayoría de integrantes del MNRT nos unimos a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Ahí empezó otra etapa política para todos nosotros… aunque gracias al trabajo sistemático de la prensa del sistema, el nombre de Tacuara sería un fantasma que nos seguiría durante un buen trecho de nuestras vidas.

Un “cañonazo” irresistible

Me alegró ver a Jorge Caffatti en Madrid, pero también me sorprendió. Yo sabía que él no compartía la idea de irse de Argentina. Era de los que creían que la batalla contra la dictadura militar había que darla en el país y junto a los trabajadores peronistas. Estuvimos charlando desde la mañana hasta la noche y, en un momento en que “El Viejo” fue al baño, “El Turco” me dijo:

– Quiero verte a solas porque tengo una propuesta que hacerte. Veámonos mañana a las doce en la cafetería del hotel Meliá.

Un hotel de tanta categoría me pareció un poco demencial para un encuentro entre militantes revolucionarios, pero no dije nada. Sólo postergué 24 horas el encuentro porque al siguiente tenía que entregar un trabajo para la Agencia Centroamericana de Noticias (ACAN-EFE) y para poder hacerlo –debido a esta visita inesperada– iba a tener que trabajar toda la noche.

Cuando nos volvimos a ver, Jorge me hizo una confidencia. Estaba en España para recaudar fondos entre las organizaciones de solidaridad con el Tercer Mundo y así proseguir la lucha en Argentina. En el país –me contó– era prácticamente imposible realizar “operaciones de rescate” de dinero.

– ¿Y yo qué pinto en todo esto? –le pregunté.

– Quiero que hagas un trabajo de investigación –me explicó–. Cuando termines, se te pagarán diez mil dólares. Nos encargaremos de todos los gastos, ya que tendrás que moverte por toda Europa.

Intrigado, quise saber más:

– Decíme de qué se trata…

– Necesitamos conocer todos los datos sobre la estructura internacional de Fiat. Sabemos que además de la fabricación de coches, se dedican a otros negocios, entre ellos, la construcción de vehículos de guerra pesados. También están abriendo líneas de negocio con países del Tercer Mundo y de Europa del Este. Necesito que vos, como periodista, averigües todo lo que puedas sobre estos asuntos. Pensálo. Si te interesa, hacés una primera aproximación de los gastos que este trabajo pueda implicar. Cuanto antes lo termines, más pronto cobrás los diez mil dólares.

Después de despedirnos, una pregunta comenzó a darme vueltas en la cabeza: ¿en qué nueva aventura me estaría metiendo? Ya me imaginaba que esos datos no eran precisamente para una tesis doctoral. Pero me conformé con la versión que me dio “El Turco”: se trataba de organizar una gran denuncia a nivel internacional sobre las manipulaciones de la Fiat y de la llamada Comisión Trilateral, que reunía a las principales multinacionales económicas e industriales de Estados Unidos, Europa y Japón.

Esta organización, surgida en julio de 1973, era un auténtico gobierno mundial a la búsqueda del modelo capitalista más adecuado para obtener mejores beneficios y menos conflictos sociales. Su principal ideólogo era Zbigniew Brzezinski, un polaco nacionalizado estadounidense y graduado en Harvard, quien llegó a ser consejero de Seguridad Nacional del presidente James Carter. También le quedó tiempo para crear la Comisión Trilateral por encargo del banquero David Rockefeller. El propio Brzezinski había definido a este conglomerado como “el mayor conjunto de potencias financieras e intelectuales que el mundo haya conocido jamás”. En ella estaban representadas alrededor del 65 por ciento de las empresas bancarias, comerciales e industriales más poderosas del planeta. Entre sus miembros se contaban los más altos dirigentes de las bancas Lehmann y Rothschild, el Chase Manhattan Bank, las multinacionales Bechtel, Caterpillar, Coca Cola, Cummins, Exxon, Gibbs, Hewlett-Packard, Mitsubishi, Nippon Steel, Saint-Gobain, Shell, Sony, Sumitono, Unilever… Y, por supuesto, la Fiat.

Pensé en la propuesta de Jorge Caffati. Consideré los pro y los contra. Le di vueltas y más vueltas al asunto.

Diez mil dólares…

Me costaba trabajo dormir.

Lo que más me preocupaba era que “El Turco” me había advertido que yo debería tomar estrictas medidas de seguridad. También me recomendó que mantuviese el más absoluto silencio sobre esta investigación. Me pidió, además, que me desvinculara al máximo del ambiente del exilio. Recalcó que los exiliados estaban muy infiltrados por los servicios de inteligencia argentinos, especialmente por los de la Marina. Los Grupos de Tarea de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) operaban clandestinamente en Europa. “Todas las precauciones serán pocas”, insistió.

Vi la posibilidad de un trabajo fuera de lo común. Era una investigación apasionante y por una buena causa. Imaginé viajes por Europa, acceso a mucha información, algo de aventura.

Y también vi los diez mil dólares. Al contado, uno sobre otro.

Una vez leí que el mexicano Álvaro Obregón dijo que “ningún general de la Revolución podía resistir un ‘cañonazo’ de diez mil pesos”. Esa cantidad –en dólares– era un bocado muy apetitoso en 1976 para un exiliado muerto de hambre como yo. Representaba el vellocino de oro, el Dorado prehispánico, las Siete Ciudades de Cíbola.

Decidí aceptar.

Fue el “minuto fatal”, como en aquella viñeta cómica que se publicaba en la revista Rico Tipo en los años cincuenta. Y, además, no resultó nada cómico.

En ningún momento consideré que mi vida daría un vuelco absoluto. No un giro de ciento ochenta grados, como se dice generalmente, sino un triple salto mortal, con los ojos vendados y sin red. No sabía que iba a meterme dentro de una de las bocas de león más feroces, tenebrosas e implacables del mundo. No imaginé que durante veinte años iba a tener que pagar la hipoteca de esos diez mil dólares, uno por uno, sin poder salir de España. Tampoco imaginé que, de remate, quedaría con un estigma de “terrorista” que en Europa no era entonces –como no es ahora, mientras escribo estas líneas– nada bueno.




BRAZIL

Director: Terry Vance Gilliam
1985
GILLIAM NO ES INOCENTE

Me costó hacer la crítica de este film que ha sido interpretado como surrealista, de ficcion,futurista,etc; ya que para mi solo la estética remite a esas calificaciones, sin embargo, la esencia, la idea, parece surgida en la mirada de Gilliam sobre ciertas realidades mucho mas concretas, mucho menos ficcionales .
Cuando salí del cine, luego de verla la primera vez, quedé muda por un largo rato y a merced de los flashbacks que iban y venían a su antojo por mi cabeza.
Había sido introducida en un mundo que parecía irreal, en una atmósfera pesada y peligrosa. Pero luego de verla otras veces me pregunté hasta qué punto Gilliam no sabía de las dictaduras sudamericanas.
Y encontré demasiados "guiños" que remiten a estas dictaduras, también estas parecen de ciencia ficción, surrealistas por momentos; kafkianas ciertamente, crueles como la escena de la despaparición de De Niro.
Gilliam es "inocente"?.
Sí, su estética es todo aquello que se dice del film, pero detrás de esa estética vemos la persecución implacable a quien se considera capaz de subvertir el sistema, los favoritismos a los "amigos" del sistema, la aparente inocencia escondida en una mosntruosa burocracia que en realidad está sostenida por una perversa ideología que se adapta perfectamente a sus necesidades, las desapariciones "inexplicables" y la tortura cruel y quizás sin fin.
Guilliam no puede ser inocente. Yo no lo creo. La mejor creación del director.

L.A.C

lunes, 12 de julio de 2010

“Lo que se vive ahí es siniestro”


http://revista-zoom.com.ar/articulo3677.html
Por Roberto Koira

Ricardo Benítez formaba parte del personal del Estudio principal del canal regional de La Plata, desde antes del desembarco del Grupo Clarín, que al igual que en gran parte del país absorbió a los canales locales a mediados de los ’90, y procedió a desmembrar y tercerizar distintas áreas de la televisión regional.

Con la fuerte ofensiva del multimedio frente a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, las prácticas persecutorias, el acoso y discriminación hacia los trabajadores que públicamente manifestaron otras posturas se fueron intensificando.

Así, en enero pasado, Cablevisión-Multicanal intentó rescindir el contrato de la tercerizada donde revistaba Benítez junto a otras diez personas. Pero frente a la resistencia de los trabajadores a aceptar los retiros voluntarios, acompañados por Fetraccom-La Plata, la empresa acordó suspender los despidos encubiertos y blanquear a ocho de los empleados.

En tanto, los tres restantes -entre los que se encontraba Benítez- fueron mantenidos en condición de tercerizados, desvinculándolos de las funciones en las que se desempeñaban y derivándolos a un domicilio no declarado para trabajar en un proyecto de señal de texto para Cablevisión, tampoco blanqueado por la empresa.

¿Cuándo empezaron sus problemas en la empresa?

Con el avance de la discusión de la ley de medios queda en evidencia la necesidad de controlar todos los noticieros del interior. Cambiaron las escenografías y cada noticiero se tiene que parecer a TN lo más posible, tanto su puesta en escena como su desarrollo interno. Una especie de copia en espejo, en su totalidad.

En lo personal, después de quince años de trabajo me encontré con una situación que era insólita. Estaba a cargo de un programa político muy importante de la región que salía en varios canales de la Provincia de Buenos Aires. Era un programa bien hecho, de corte no oficialista, pero muy abierto y en donde había libertad para hablar. Una tarde me llega a mí un programa sobre la ley de medios donde habían hablado un par de diputados kirchneristas que expusieron muy bien, al punto que se los dejó exponer más tiempo del estipulado. Cuando me llevé el programa envasado para el canal, me estaban esperando y con mala onda me preguntaban que había pasado en el programa. Les dije que no había pasado nada y les pregunté a qué se debía esa pregunta. Me respondieron que con eso había mucho bardo y que se había hablado de la ley de medios. Les dije que lo vieran y me contestaron que era muy probable que el programa no saliera al aire.

¿Es decir que había censura directa?

Exactamente. Me pidieron que dejara el material y ellos lo iban a ver. Yo les dije que si el programa no salía se iban a enterar en todos lados. El programa salió al aire, no pudieron evitarlo, pero para mí significó comenzar a sufrir una serie de maniobras de acoso y discriminación. Me quisieron responsabilizar de dos supuestos sabotajes que había habido en los estudios. Y comenzaron una serie de persecuciones coordinadas con el dueño de la tercerizada. Así empezaron con quitas de programas, acusaciones de conflictividad, imputaciones falsas, maniobras de todo tipo. Después con otros compañeros desde la tercerizada nos ofrecieron retiros voluntarios que rechazamos.

¿Cómo era el clima de trabajo antes de que ocurriera el conflicto?

La idea que vienen manejando hace dos años es controlar y disciplinar fuertemente a los compañeros; las condiciones son muy feas porque es una política tanto de Artear como de Cablevisión de generar hacia adentro una actitud de mucha falta de respeto hacia el trabajador, mucha soberbia, roce y amedrentamiento constante. Y desde el desembarco de la ley de medios hasta ahora la cosa se ha intensificado. Esto se agrava cuando se crea el noticiero interregional, donde Ensenada y Berisso pierden su señal, y el clima ahí se hizo muy bravo porque hay mucho más control que antes. El canal de La Plata, incluso en la gestión de la tercerizada, se caracterizaba porque venía cualquiera y decía lo que quería. Había una gran libertad de pantalla, mientras que ahora hay un control absoluto. Lo que se vive ahí es siniestro.

¿Este control de contenidos da lugar también a operaciones de prensa del Grupo?

El intendente de Ensenada, Mario Secco, me confesó que en diciembre tuvo que llamar a un par de responsables de Cablevisión porque le estaban inventando notas y hasta llevó a uno al lugar para que verifique que lo que se estaba diciendo no era verdad. Lo que pasa es que Secco es muy kichnerista. Esto generó mucha bronca entre los vecinos y chisporroteos con el canal. Lo sorprendente es la sistematización y la logística cuasi militar con la que han desarrollado esta contraofensiva contra la ley de medios en todos los terrenos. Yo pensé que los canales del interior iban a ser un área desestimada y poco tenida en cuenta para el desarrollo de esta pelea, pero se convirtió en uno de los frentes más importantes que tienen. Pero no se sabe que pasará en el futuro con el multimedio, ya que se viene la televisión satelital, el escándalo de Ernestina Herrera de Noble y el rechazo de la fusión de Cablevisión y Multicanal.

sábado, 10 de julio de 2010

MODIFICACION DE LA LEY DE MATRIMONIO CIVIL

En estos días donde falta muy poco para que se vote en el Senado de la Nación, por si o por no, que todos y todas l@s ciudadan@s de la Nación se puedan o no casar como lo hace una amplia mayoría que goza de más derechos que otros argentinos, uno ha escuchado toda clase de razonamientos, argumentos, odios y simpatías.
Lo cierto es que el ser humano es, y será intolerante, con lo que cree, piensa o intuye diferente.
Y la tolerancia, socialmente hablando (y en la vida privada también) es algo que se enseña, es decir, se puede enseñar, pues está visto que no en todas partes, ni toda la gente lo hace.
Pero así como los niños en el jardín de infantes, muy tempranamente apodan a sus compañeritos, de gordo, negrito etc., así también podemos educarlos para enseñarles que eso no está bien, tal como les enseñamos a comer con cubiertos.
Esta vez es una modificación a la ley vigente de matrimonio civil, nadie lo dice así, que pena, porque mucha gente creerá que se está “inventando” una nueva ley, la ley del “matrimonio homosexual” y la verdad es que se está queriendo modificar en muy pocas cosas la ley vigente.
Los ataques más furiosos, mas cargados de odio y mas discriminatorios curiosamente han partido desde el propio seno de la Iglesia Católica Apostólica Romana con el monseñor Berboglio a la cabeza.
Que curioso, que aquellos que supuestamente “bajan la palabra de cristo” a los fieles estén tan llenos de odio y de intolerancia…
Sera que no hay razones verdaderamente religiosas en esto, quizás haya otras.
De todos modos insistieron en transformar esto en un tema religioso.
Cuando a las claras no lo es.
Y siendo que esta iglesia, en particular la argentina, pero en general, la católica, es una iglesia que tiene fieles que:
-No se casan vírgenes
-Usan preservativos u otros medios de control de la natalidad.
-Tiene relaciones sexuales con fines reproductivos y la mayoría de las veces por placer puro y simple.
-Abortan como cualquier hija de vecino.
-Cometen adulterio a diestra y siniestra.
Y sin embargo nadie los demoniza.
Parece ser que a esta iglesia le cuesta disciplinar la tropa.
No solo hablo por la feligresía, sino también por la tropa uniformada.
La de sotana digo, que no cesa de abusar de niños y/o niñas, son miles en todo el mundo y a través de los decenios, no solo no van presos, sino que las jerarquías los ocultan, los protegen, los apañan.
Sigo pensando que esta iglesia que soberbiamente pretende decirnos lo que esta bien y lo que esta mal, a millones de ciudadanos que también pertenecen a otras creencias o a ninguna, no solo decírnoslo, también imponérnoslo.
Yo creo que esta iglesia debería cerrar su boca de manera contundente, al menos hasta que pueda lograr poner orden en la propia casa.
L.A.C

viernes, 2 de julio de 2010

ASI HABLABA DON JAURETCHE

Robado a Memorias de la Tierra:


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http://memoriastierra.blogspot.com/

jueves, 1 de julio de 2010

LLEVO EN MIS OIDOS


"Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el ultimo aliento.

Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino."





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