viernes, 26 de noviembre de 2010

Palabras de la Presidenta en la IV Cumbre UNASUR, en Guyana





Señor presidente de la República de Guyana; señores jefes de Estado de
países integrantes de la UNASUR, de países amigos y hermanos; titulares
de de delegaciones, ministros de Relaciones Exteriores: quiero en
primer término expresar el agradecimiento personal y tambièn en nombre
de mis hijos y por supuesto en nombre de todo el pueblo argentino del
sentido homenaje que le han hecho a quien fuera mi compañero de toda la
vida; no solamente el padre de mis hijos; no solamente una relación de
carácter marital, sino además una profunda relación política.

Estuvo al frente de la secretaria general de la UNASUR solamente durante
seis meses, pero fueron esos seis meses como fue toda su vida política,
de una fuerte intensidad. Nunca conocí a alguien - ni creo que lo voy a
conocer - que viva tan intensamente la vida y la política como lo hacía
él.

Desde ese 4 de mayo del 2010, en Los Cardales, donde fue electo
secretario general de la UNASUR, se lanzó de lleno, en primer término, a
lograr que la mayoría de los países pudieran ratificar este tratado; le
he acompañado a todos una breve síntesis de lo que fue eso. Pero creo
que fue el mayor compromiso, el que asumió de unir nuevamente a dos
naciones hermanas que se había distanciado y separado, como eran las
hermanas República Bolivariana de Venezuela y la República de Colombia.
Un caso muy especial, también para nosotros, primero, por la profunda
amistad que tenemos con quien preside la República Bolivariana de
Venezuela, el compañero presidente Hugo Chávez Fría y por el otro lado,
entablar una relación con alguien a quien conocía, el compañero Juan
Manuel Santos, electo democráticamente por el pueblo colombiano como su
presidente.
Lo hizo con un bajo perfil, sin frases estridentes, en una verdadera y
auténtica diplomacia; a él que lo acusaron tantas veces de ser tan poco
diplomático, de ser tan frontal. Pero es que él era frontal cuando había
que ser frontal y era diplomático y sabía hacer las cosas cuando se
necesitaba precisamente de aunar esfuerzos.

Por eso digo que estos seis meses, luego con el episodio de Ecuador,
donde su primera reacción fue lanzarse - y lo digo literalmente-
lanzarse, subirse a un avión e irse a Ecuador, esa fue su primera
reacción. Yo quiero contarles por ahí intimidades que desconocemos, su
primera intención fue subirse al avión e irse a Ecuador. Después
empezamos a pensar, pero dónde iba a bajar, si en Guayaquil no estaba la
oposición y en Quito no los dejaban bajar.

Nunca hablé, durante tantas horas, con todos los presidentes de la
región, ambos para poder articular esa reunión, en poquísimas horas. Yo
nunca vi una reunión - Rafael - en tan poco tiempo, en tan pocas horas,
donde absolutamente todos los presidentes fueron a Buenos Aires, algunos
llegaron a la madrugada, como el caso de Hugo Chávez o el caso de Juan
Manuel Santos, pero nos pedían que, por favor, siguiéramos con la
reunión, porque querían estar presentes y dar testimonio de la fe
democrática de una región que ha sufrido muchísimo con las dictaduras
militares y con gobiernos antidemocráticos.

Por eso digo que fueron solamente seis meses, pero seis meses muy
intensos, como fueron solamente 60 años los que vivió, pero 60 años de
una intensidad muy fuerte, siendo intendente allá en la lejana
Patagonia, siendo tres veces Gobernador de la provincia de Santa Cruz y
luego presidente de mi país, la República Argentina, tal vez en la
crisis más terrible que le ha tocado afrontar a nuestro país en toda su
historia y nunca se amilanó, nunca se achicó, al contrario, las
dificultades y las adversidades era como que lo impulsaban aún más a
hacer las cosas, era como que lo fácil le aburría, era como que lo
difícil le convocaba. (Aplausos). Así fue toda su vida y en todas sus
cosas, hasta cuando logró conquistarme a mí, en la Universidad, sí.
(Aplausos). Era un hombre.... eso es tuyo Chávez; él no era tan lindo,
pero era alto, gallardo, maravilloso, único e irrepetible, por lo menos
para mí. (Aplausos)

Pero quiero recordarlo también como un gran constructor de nuevos
paradigmas en la América del Sur. Cuando él llegó a la Presidencia en la
América del Sur, imperaba, salvo honrosas excepciones todavía, el
espíritu del Consenso de Washington. El año anterior había asumido como
presidente Inacio Lula Da Silva, Chávez solitario venía
ya en el año 1999 y realmente se abocó a una tarea de derribar tabúes y
preconceptos acerca de las cosas que no se podían. Todas las cosas que
nos dijeron que no se podían hacer, él las pudo hacer, él las pudo
llevar adelante.
Me acuerdo de aquella Cumbre en Mar del Plata - la que hacía referencia
el compañero Lula - IV reunión de las Américas que tuvo lugar en la
ciudad de Mar del Plata y donde realmente si la tuviéramos que definir,
yo la definiría como la gran batalla de la América del Sur, por darse un
sistema de crecimiento económico propio, que nos ha permitido
precisamente en esta crisis sin precedentes en el orden global,
afrontarla con una fortaleza que de no haber triunfado nuestra postura
-y cuando digo nuestra postura no es la postura de Néstor Kirchner o la
postura de la Argentina- sino la postura de los mayores países de la
América de tener su propio grado de autonomía, en materia económica. Le
valió por supuesto, las iras de los poderosos, el estigma de los poderes
fácticos - como lo llama Rafael - pero también le valió el cariño, la
memoria de su pueblo y de la historia.


Él siempre, entre un lugar en la historia y congraciarse con los
poderosos, eligió definitivamente un lugar en la historia. Creo que ese
es el legado más importante que me ha dejado a mí y a sus hijos, y creo
que a todos aquellos que lo conocieron, aún con diferencia, aún no
compartiendo sus puntos de vista, pero sabiendo de la honestidad de sus
convicciones y de cómo las llevó adelante siempre, aún cuando le decía
que tenía que parar porque no podía seguir, nunca pudo parar.

Por eso digo que fueron 60 años intensos, bien vividos y por lo tanto
debemos recordarlo con mucha alegría, porque vivió la vida que quiso
vivir, y esto realmente no lo puede hacer mucha gente. Él fue un
afortunado. Me hubiera gustado tenerlo más tiempo al lado mío, pero Dios
también sabe por qué hace las cosas.


Quiero agradecerles a todos ustedes, los homenajes, las palabras; quiero
agradecerle a Lula, porque juntos también pudieron tirar abajo otro
tabú que era el enfrentamiento entre Argentina y Brasil por falsos
liderazgos.

Quiero agradecerle a Hugo Chávez la ayuda que le dio a la Argentina
cuando nadie ayudaba a la Argentina, porque había defaulteado su deuda
soberana y el mundo le daba la espalda. (Aplausos)


Quiero agradecerles a todos y a cada uno de los presidentes, fuera ya de
la palabra de los presidentes y de lo institucional, a todos y a cada
uno de los hombres y mujeres, porque los que estamos aquí venimos del
mundo de los partidos políticos, de las ideas, de las convicciones.
Quiero agradecerles a todos el homenaje que hoy le han brindado y
convocarlos a que no hay mejor homenaje - como lo decía Lula recién y
como decía también el Presidente de Guyana - que reafirmar este camino
que hemos emprendido y que no debe tener retorno: construir una América
del Sur, una UNASUR, una Latinoamérica que nos involucre en un proyecto
de crecimiento, de desarrollo y batalla inclaudicable contra la
inequidad y la desigualdad. (Aplausos). Que no significa negar el mundo,
ni negar la globalización, nada, sino simplemente mirar el mundo desde
aquí, desde nuestra propia casa, con nuestras propias recetas, con
nuestros propios proyectos, con nuestros propios programas. Y también
concebirnos que solamente en la unidad, aún cuando estemos enojados.

Alguien recordaba recién, Lula creo, cuando en una reunión se
fueron...bueno, te acordás en Bariloche cuando Uribe no quería venir a
la foto y tuve que ir a buscarlo porque estaba enojado y tuve que ir a
buscar al presidente Alvaro Uribe para que viniera a sacarse la foto de
Bariloche, se vino a sacar la foto, firmamos la declaración de Bariloche
y hoy la estamos implementando. Esta debe ser la muestra que aún en
medio de berrinches, que muchas veces todos tenemos, somos seres
humanos, no somos infalibles, no somos perfectos y menos mal que no
somos perfectos, que podemos equivocarnos, porque si podemos
equivocarnos tenemos que apostar a que las equivocaciones sean cada vez
menos y los aciertos cada vez sean más. Este es el gran desafío de la
condición humana, porque si fuéramos perfectos nunca nos equivocaríamos y
entonces sería demasiado aburrido.


Por eso quiero convocarlos a la unidad y a seguir trabajando como lo
hemos hecho hasta ahora, sabiendo que no todos pensamos igual en todo,
que tenemos diferencias, pero que podemos lograr una síntesis, que es la
construcción de una región que va a tener, créanme, porque lo que dijo
Lula en el G 20 es cierto, un gran protagonismo en el siglo XXI.
Va a depender de todos y de cada uno de nosotros, que podamos ejercer,
en nombre de nuestros pueblos y para nuestros pueblos, ese maravilloso
protagonismo que nos depara el siglo XXI.

Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas.

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